
Sólo faltó tirarle piedras en Nochevieja. Cuántas ganas de acabarlo y de olvidarlo. Al año 2020 se le ha declarado maldito y digno de los peores reproches. Como si un año fuera algo más que un almanaque o un simple catálogo de días, semanas y meses, que los seres humanos inventaron para representar el paso del tiempo.
Ante la adversidad, los seres humanos son muy dados a buscar culpables fuera de sí mismos, aunque sea un calendario, en lugar de sentirse responsables de todos los hechos sucedidos, positivos y negativos. Además, existe una vieja tendencia a querer olvidar todo lo considerado nocivo, adverso, perjudicial, molesto…
¿Olvidar? Como si no hubiera sucedido… ¿Enterrar lo pasado, nuestra historia vivida…? Pues, así difícilmente aprenderemos.
¿No parece más inteligente afrontar directamente un problema o un peligro que esconderse o huir de él? Ante el dolor puede reaccionarse de dos maneras: con animadversión y convertirlo en sufrimiento, o sonriendo para neutralizar su veneno. Porque lo que nos hace sufrir son nuestras resistencias a la realidad.
Los hijos de la modernidad pensando que sabemos presumimos, a la vez que nos tragamos los mayores bulos y las más falsas noticias. Por eso el espejo de la vida nos deja en evidencia tantas veces. Porque nuestras imaginaciones, discursos y relatos van muy distantes de la realidad.
¿Recuerdan los comienzos del año 2020? Con inmensa alegría brindamos por un feliz año.
Para los chinos era el año de la rata. “Un año que mueve el inconsciente colectivo y afecta a todos los ámbitos de la vida, desde las relaciones de pareja hasta las interacciones políticas de las naciones… La rata está moviendo los cimientos de una nueva humanidad”.
La ONU lo declaró Año Internacional de la Sanidad Vegetal, “una iniciativa clave para mejorar la seguridad alimentaria, proteger el medio ambiente y la biodiversidad e impulsar el desarrollo económico».
La OMS lo declaró Año Internacional de la Enfermera y la Matrona, “como reconocimiento a ese colectivo de profesionales que trabaja diariamente por cuidar a la población y como llamado a abordar la escasez de estas profesiones vitales”.
En Perú lo designaron como Año de la Universalización de la Salud, “un sueño tan viejo como las promesas de los ministros de turno”.
Se dijeron y desearon cosas muy lindas. Ahora ya finalizó 2020… y ha sido despedido con más insultos que confetis.
Y el COVID-19 nos hace asomarnos a la ventana y observar: Todos nuestros pensamientos de principio a fin de año, todas nuestras contradicciones, nuestras verborreas y actuaciones absurdas, nuestras prepotencias… No, los años no son nadie ni culpables de nada, la responsabilidad es sólo de los seres humanos.
¡Qué bueno sería que al menos aprendiéramos con el paso de los años…!
(Imagen de INVICTHOR)
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