Estas son algunas ‘tarjetas aniversario’ sobre el 11-S.
Órdenes
Ocurrió el once de setiembre del año 2001, cuando el avión secuestrado por los terroristas embistió la segunda torre de Nueva York. No bien la torre empezó a crujir, la gente huyó volando escaleras abajo. En plena fuga, resonaron de pronto los altavoces. Los altavoces mandaban que los empleados volvieran a sus puestos de trabajo. Se salvaron los que no obedecieron.
La información global
Unos meses después de la caída de las torres, Israel bombardeó Yenín. Este campo de refugiados palestinos quedó reducido a un inmenso agujero, lleno de muertos bajo las ruinas. El agujero de Yenín tenía el mismo tamaño que el de las torres de Nueva York. Pero, ¿cuántos lo vieron, además de los sobrevivientes que revolvían los escombros buscando a los suyos?
La autorización
El 11-S de 1973, el militar fascista Augusto Pinochet dio un golpe de Estado derrocando al presidente elegido democráticamente Salvador Allende. Un atentado contra la democracia.
Los documentos desclasificados evidencian la intervención activa y directa del presidente Richard Nixon y H. Kissinger para acabar con la democracia en Chile. Aparece una frase demoledora de Nixon: “Si hay una forma de desbancar a Allende, hazla”. No sólo desbancaron a Allende, también asesinaron a miles de civiles chilenos y 38.000 personas torturadas y secuestradas.
La injusticia está fuera de la cuestión
El 11-S de 1965 llegó a Vietnam la Primera División de caballería estadounidense.
Robert McNamara, que fue uno de los responsables de la guerra de Vietnam, escribió un largo arrepentimiento público. Su libro, In retrospect reconoce que esa guerra fue un error. Pero esa guerra, que mató a tres millones de vietnamitas y a 58.000 norteamericanos, fue un error porque no se pudo ganar, y no porque fuera injusta. El pecado está en la derrota no en la injusticia. A pesar de las evidencias en 1965 de la imposible victoria de sus fuerzas invasoras, Estados Unidos continuó practicando el terrorismo internacional para imponer a Vietnam una dictadura militar que los vietnamitas no querían. Así y todo, lo llaman error y no injusticia.

Los girasoles
El 11-S de 1987 fue subastado el cuadro de Van Gogh Los girasoles por un precio récord en la época, 320 millones de francos.
Van Gogh sólo había conseguido vender un cuadro, sólo uno, en toda su vida. Por admiración o lástima, la hermana de un amigo le pagó 400 francos por un óleo, El viñedo rojo, pintado en Arlés.
Un siglo después, sus obras son noticia en las páginas financieras de diarios que jamás leyó, son las pinturas más cotizadas en galerías de arte donde nunca entró, las más vistas en museos que ignoraron su existencia y las más admiradas en academias que le aconsejaron que se dedicara a otra cosa.
El genio de Vincent Van Gogh fue reconocido sólo después de su muerte. En vida, el artista holandés, pasó hambre y frío, vivía en chozas y experimentaba la miseria.
Ocasión perdida
El 11-S de 2019 se detectó el primer caso de COVID-19 en Wuhan, China. Un virus y un aviso de la Naturaleza maltratada y alterada. Y fueron subestimados por esta sociedad moderna que presume de sordera y ceguera y se declara negacionista.
Pronto quedó de manifiesto que la bolsa está antes que la vida, el negocio antes que la salud y el capricho, llamado ‘libertad’, antes que el respeto. La pugna entre los laboratorios por el negocio de las vacunas. La injusta distribución de vacunas acumuladas en los países ricos.
A la vez que el Covid dejaba en evidencia la debilidad del superpoderoso mundo rico y su avanzada tecnología. Evidenció que la suficiencia y la prepotencia es antisocial y lo contrario a la corresponsabilidad y la interdependencia de unos con otros. Evidente resultó la necesidad de los servicios públicos y universales y el deber de cuidar de los colectivos más necesitados. Y probado quedó que los estudios científicos tienen más fundamento que los bulos.
En 2022 se contaron más de 15 millones de muertos por Covid en el mundo. Pese a todo, no se aprendió la lección. La estupidez sólo deja hablar de ‘volver a una imaginaria normalidad’.
(Refer. E. Galeano, N. Concostrina y comentarios prensa)
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