Caminar simplemente, contemplando, escuchando…
El político más aplaudido es el que mejor sabe jugar con las palabras, los reconocimientos mayores son para el propagandista más hábil. Dicen que está demostrado: En campañas electorales, la buena publicidad (por muy falsa que sea) es rentable, arrastra votos.
Un día los gobernantes oficializaron la palabrería e, inmediatamente, acreditaron su título de charlatanes. Ya es legal prostituir las palabras: las palabras pierden su alma y terminan significando lo contrario de lo que quieren decir. Pasan de ser instrumento de comunicación a ser aparato de manipulación. Lógicamente, esas palabras no resisten ante el espejo de la realidad.
Resulta difícil creer en las palabras que caminan solas: discursos vacíos, declaraciones huecas, que saben a nada y sólo rinden tributo a la sagrada impunidad. Las palabras son saludables cuando se nutren de acciones vividas y sentidas. También hay gente que grita. Dicen que se grita por impotencia o por ignorancia.
Hay quien protesta: ¡No nos vengan con historias! ¡A otra parte con tus cuentos y tus embustes!
Hay un relato sobre los conquistadores llegados a las Américas y recogido en Memorias de Fuego (1511, Yara: Hatuey)1: En estas islas, en estos humilladeros, son muchos los que eligen su muerte, ahorcándose o bebiendo veneno junto a sus hijos. Los invasores no pueden evitar esta venganza, pero saben explicarla: los indios, tan salvajes que piensan que todo es común, dirá Oviedo, son gente de su natural ociosa y viciosa, e de poco trabajo… Muchos dellos por su pasatiempo, se mataron con ponzoña por no trabajar, y otros se ahorcaron con sus propias manos.
Hatuey, jefe indio de la región de Guahaba, no se ha suicidado. En canoa huyó de Haití, junto a los suyos, y se refugió en las cuevas y los montes del oriente de Cuba.
Allí señaló una cesta de oro y dijo: -Éste es el dios de los cristianos. Por él nos persiguen. Por él han muerto nuestros padres y nuestros hermanos. Bailemos para él. Si nuestra danza lo complace, este dios mandará que no nos maltraten.
Lo atrapan tres meses después. Lo atan a un palo. Antes de encender el fuego que lo reducirá a carbón y ceniza, un sacerdote le promete gloria y eterno descanso si acepta bautizarse. Hatuey pregunta:
-En ese cielo, ¿están los cristianos?
-Sí.
Hatuey elige el infierno y la leña empieza a crepitar.
Y un periodista malagueño lo dice poéticamente:
DE COMO LA PALABRA QUISO SER Y NO PODIA
Mientras la paz sea el fin y no el comienzo
mientras el miedo se combata con el miedo
mientras la ley sea norma y no principio
mientras la soledad sean miles de adjetivos
mientras sólo a los de siempre les llegue el agua al cuello
mientras la libertad sea una palabra de las enciclopedias
mientras la inteligencia se escriba con minúsculas
mientras los fusiles nos tengan a todos como blanco
mientras la sociedad sea la suciedad
mientras el orden se mantenga a culatazos
mientras la justicia esté de vacaciones
mientras todos estemos en libertad provisional
mientras se diga ejército y no ejercito
mientras la igualdad sea un signo matemático
no me digáis que la palabra sirve para algo.
El mochuelo
(octubre-2015)
1 Refer. Memorias de Fuego, Eduardo Galeano.
2 Manuel Díez de los Ríos, periodista malagueño
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