Invitamos a todas las personas interesadas a profundizar en el tema de la OMIC y su llamada «Libertad de Comercio» y concluimos, utilizando un comentario de Pascual Serrano:
Las masivas protestas en la ciudad norteamericana de Seattle ante la celebración de la Ronda del Milenio organizada por la Organización Mundial del Comercio (OMC) demuestran que los ciudadanos comienzan a entender dónde se encuentran las causas de la pobreza en el mundo.
Frente a los frecuentes mensajes vacíos de análisis sobre las estremecedoras situaciones de hambruna y muerte en tantos países del mundo difundidos en medios de comunicación y utilizados por algunas ONG´s, va siendo hora de que los ciudadanos se pregunten el por qué de esa situación y los medios para luchar contra ella.
…Las decenas de miles de manifestantes de Seattle estaban poniendo el dedo en la llaga de las razones por las que llegamos al fin del milenio con un mundo en el que trescientas personas con residencia en Suiza acumulan una fortuna de casi 250 mil millones de dólares estadounidenses, un tercio de la deuda externa de toda Latinoamérica.
El proceso de concentración empresarial que se está produciendo en el mundo en nombre del libre comercio ha permitido que hoy doscientas empresas multinacionales controlen la economía mundial en nombre del libre comercio. Ellas son las que manejan los mercados, los precios de los productos, el suministro de las materias primas, las cotizaciones en Bolsa. Si un gobierno les es hostil le hacen caer abandonando todas sus inversiones y dejando en la calle a miles de trabajadores. Son esas multinacionales y las instituciones en las que se apoyan -como OMC, Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial-, las que deciden cuál es el precio del café que garantizará o condenará a la pobreza a muchos países de Latinoamérica, el del cacao, que decidirá lo mismo en África, las que financian ejércitos privados o gobiernos corruptos en Colombia o Guinea Ecuatorial para mantener sus intereses petroleros, o las que ponen precio a las medicinas contra el SIDA que deberían salvar la vida de tantos enfermos africanos. Son esas empresas las que promueven alimentos transgénicos que les aseguren a las firmas multinacionales el control de todos los cultivos porque son quienes poseen la patente de las semillas. Son ellas y los gobiernos que les apoyan y ellas financian quienes sentencian bloqueos económicos a los países díscolos (Iraq o Cuba) para derribar gobiernos y premiar a los sumisos (Arabia Saudí o Marruecos), aunque estos sean menos democráticos.
…Lo que la ciudadanía mundial se juega en los acuerdos que se negocian en foros como la Ronda del Milenio de Seattle es la victoria de la democracia y el desarrollo, o la victoria del dinero y de la muerte.
Pero en contra de lo que pueda parecer, los ciudadanos del mundo, del cualquiera que sea nuestro país, tenemos mucho que hacer y decir por lejos que parezcan esas decisiones. Estamos todavía a tiempo de que sean los gobiernos, elegidos por los pueblos, los que definan las reglas del juego y no las empresas mundiales. Eso es lo que debemos exigirles, que sean los gobiernos, los parlamentos, las organizaciones sociales democráticas las que definan cómo se organiza el futuro, cómo se protege el medio ambiente, cómo se distribuye la riqueza, cuáles deben ser las condiciones laborales mundiales. Hoy más que nunca el mundo viaja.
Los pactos entre desiguales siempre favorecen a los más fuertes.
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