Las crisis siempre las pagan
los pobres y los de abajo,
los que todas se las tragan,
esos que, hagan lo que hagan,
siempre se van al carajo.
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A los buitres financieros
que hundieron la economía
se les premia todavía
y se les da más dinero.
Es por eso que banqueros,
y otros ilustres mangantes,
se ríen de los currantes
y, sin dar explicaciones,
se embolsan cien mil millones
y se quedan tan campantes.
Y aquí carros y carretas
sigue aguantando la gente,
aunque no coma caliente
y suban las hipotecas.
Que de la Ceca a la Meca
este dogma es bien sabido;
el mundo está dividido
en dos grupos, a saber:
los que están para joder
y los que están bien jodidos.
Y esto será así en la vida
mientras aguante el tinglado,
-aunque ya está bien tocado
por esas ansias suicidas
de ganancias desmedidas-
o hasta que el pueblo se plante,
se rebele y se levante,
y le diga a estos hampones:
¡Hasta aquí llegáis, mamones,
ya habéis robado bastante!
Rafael González Jiménez
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