A veces hay que reír por no llorar. Da igual que los datos exploten ante nuestros ojos y sean más contundentes que la luz del día. Hace 40 años hablaban del cambio climático y a lo sumo se hacía un gesto de preocupación, de preocupación en abstracto sobre un problema muy lejano que tal vez afectaría a nuestros hijos o nietos. Mira por donde, todo se aceleró y resulta que lo estamos contando en vivo y en directo. Pero no hay reacciones, aunque el peligro es real y actual. Y sobran motivos para movilizarse y rechazar la fatídica frase de la impotencia: “de algo hay que morir”.
Ignacio Escolar resume así seis datos del pasado mes de abril:
- La temperatura media de los océanos ha superado este mes todos los registros históricos. “Entramos en terreno desconocido”, dicen los expertos.
- La Organización Meteorológica Mundial acaba de confirmar que el cambio climático se está acelerando. Todos los síntomas van a peor: el calor excesivo, la subida del nivel del mar, la acidificación de los océanos, las sequías, las tormentas muy violentas… Todo empeora sobre el año anterior.
- Estamos en abril y casi toda España está ya en peligro extremo de incendio (el mapa da miedo).
- Este año ya han ardido 46.300 hectáreas: la peor cifra en dos décadas. En tres meses, ya se ha quemado más superficie de España que la que ardía en todo un año, en 2013 o 2014.
- Europa está siendo el continente donde más están aumentando las temperaturas (y con ellas, la sequía).
- A mediados de abril hubo otra ola de calor. Muchísimas ciudades españolas llegaron a los 36 grados. Como si estuviéramos en el mes de julio.
Esto es lo que hay. Y los negacionistas sin querer verlo. Es más, ahora en España, reaccionan insultando en las redes sociales a los informadores de la Agencia Estatal de Meteorología: ‘asesinos’, ‘miserables’, ‘lo pagaréis’… ¿Habrase visto más insensatez y cinismo?
Prefieren morir imbéciles. Negacionistas que lo sufren en propia carne, pero se hacen los locos y rechazan todos los informes científicos. Se ríen porque un estudio de la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC) asegura que el verano en España se ha extendido de 90 a 145 días en los últimos 50 años. O que desde 1971 el incremento medio de las temperaturas ha subido 3,54ºC y que 2022 fue el año más cálido registrado en muchos países europeos. O que las olas de calor del verano pasado produjeron la muerte de 4.732 personas en España. Pues, los negacionistas siguen burlándose. Ellos prefieren seguir nadando en su estupidez.

El 22 de abril fue el Día Internacional de la Madre Tierra.
Sonrojados escuchamos que hay que cuidar a nuestra Madre Tierra. Que sus océanos se llenan de plásticos y se vuelven ácidos. Que el calor extremo, los incendios forestales, las inundaciones y otros eventos climáticos afectan a millones de personas. Que el cambio climático provocado por el hombre, así como los crímenes que perturban la biodiversidad (la deforestación, el cambio de uso del suelo, la producción agrícola y ganadería intensivas, el creciente comercio ilegal de vida silvestre…) aceleran la destrucción del planeta.
La ONU advierte de que las temperaturas mundiales se elevarán «hasta límites desconocidos» en los próximos cinco años.
Esta conmemoración es un llamado a la restauración de los ecosistemas que sustentan todas las formas de vida de la Tierra. De la salud de nuestros ecosistemas depende directamente la salud de nuestro planeta y sus habitantes. Restaurar los ecosistemas que están dañados ayudará a acabar con la pobreza, a combatir el cambio climático y prevenir una extinción masiva. Pero sólo se conseguirá si todo el mundo pone de su parte.
Necesitamos cambiar hacia una economía más sostenible para las personas y para el planeta. Ser razonables y promover la armonía con la naturaleza y la tierra. Nos va la vida en ello.
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