Es como un sueño. Con toda naturalidad va y dice que se siente joven, joven para su edad, joven de espíritu. Aunque el tic tac inexorable del reloj le recuerda que va camino de los 70. ¿Cómo será su diálogo cotidiano ante el espejo?
Afortunadamente los espejos no hablan como el de Blancanieves. Permanecen mudos, a pesar de las continuas artimañas para engañarlos. ¡Ay, esas remetidas de barriguita! Muchas personas, en aras de una pretendida belleza y rejuvenecimiento, someten sus cuerpos a drásticas rectificaciones. ¿Cómo serán sus diálogos del antes y el después ante el espejo? Como dice Oscar Collazos, ¿Se cambia de identidad mental cuando se cambia de identidad física? ¿Cómo se adapta un ser humano a la diaria costumbre de mentirse?
Cuentan que en países occidentales antes se quería imitar a los ricos, ahora a los jóvenes. El espejismo de la ‘eterna juventud’. Es lo que vende el mercado actual: “lo joven”, “lo sano”, “lo bello”, “lo moderno”, “los/las modelos”. Al igual que vende “lo fácil”, “lo divertido”, “lo placentero” y ahora “lo viral”. Porque una vez rejuvenecida, mi imagen personal resultará más agradable a la vista y a los sentidos de todos, ‘más vendible´ a los demás.
Y millones de personas se lanzan desaforadamente a conseguir su mejor disfraz: Se estiran la piel, se arreglan los pechos, se quitan sobrantes o se añaden botox, ropa negra para rebajar gordura y plataformas para añadir estatura… Y creen que eso “es ley de vida”, aunque en verdad ‘es ley de mercado’. Por eso la publicidad apoya y fomenta todas esas fantasías. Nos dicen que ‘una imagen cotiza más que mil palabras’. Es la dictadura de la imagen.

Para el mercado es muy rentable el mundo de la fantasía, del consumo, de las marcas, del glamour, de la moda. Es la cultura de las apariencias, de la imagen, de la simulación, del envase. Un mundo maravilloso, un mundo Disney, donde todo es ficción: La política, la religión, la economía, la información, la democracia,…Saramago le llamaba “la era de la mentira”.
Nos han especializado en máscaras y con suma facilidad forjamos la careta que necesitamos para cada situación. La vida como un carnaval. Un juego de cumplidos, de sonrisas postizas, de saludos fingidos, de abrazos de compromiso…Esa es la ilusión: Que me conozcan, pero no me reconozcan.
Dicen que un pariente cercano del disfraz es el postureo. Se quiere que los demás me vean como yo quiero, que la mirada ajena sea un espejo de mi autoimagen. Y dicen que esas personas tienen un problemita: no se soportan, se creen inferiores y necesitan transformar la mirada ajena en lente de aumento capaz de ampliar la propia imagen. Se ven en la mirada del otro, pues ante la propia se sienten emocionalmente mermadas. “El qué dirán” es su espada de Damocles.
En este ambiente de ensueño, no queda otra que huir del diablo: Del envejecimiento, de la enfermedad, de la muerte. Huir de todo lo que suene y huela a viejo, las arrugas, las canas, los andadores y pañales, las residencias de ancianos…
Eso sí, tarde o temprano, nos topamos con la contradicción de poseer una mente sin edad dentro de un cuerpo que nos recuerda que el tiempo no pasa en vano. Por ello, la mente se rebela en ocasiones y tratamos de rejuvenecernos con experiencias excitantes aunque efímeras.
Por cierto, ¿Se han fijado en cómo les brilla el rostro a las personas que se aceptan como son? Conformes con su cuerpo tal cual es, contentas por sus años vividos y el camino andado de logros y desventuras, agradecidas por los servicios prestados y recibidos, conscientes de sus limitaciones y sus capacidades, sin nada que perder ni nada que vender… Ellas saben que con el tiempo crecemos en consciencia y en ‘otra’ libertad, a pesar de la dependencia.
Lo resumía bellamente Igmar Bergman: “Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”.
Interesante tema de debate. Se puede caer en demonizar todo cuidado corporal o de imagen. Siempre se ha prestado especial atención a lo q nos ponemos cuando llega una fiesta, nos ha gustado q nos digan “qué guapo vas”. Y cuidarse alimentándose bien y haciendo deporte posiblemente el espejo nos devuelva una imagen más agradable de nosotros mismos
Efectivamente!…. Como dijo el otro…… » Lo importante Catalina no es el Horno, sino el Pan» !!!!!!