Todas son personas extranjeras, pero unas viajan libremente y otras lo tienen prohibido
Bien puedan darse una vuelta por las fronteras del mundo. Da igual la que elijan, no importa el Continente, no importa el mar, ni importan los muros, las vallas o los controles policiales. Unas pueden ser más o menos sangrientas y mortíferas, pero algo asimila a todas las fronteras: Están para rechazar a los pobres.
Y están en países llamados democráticos (que paradójicamente discriminan a los seres humanos por su situación y su procedencia), que presumen de ser países defensores de los derechos humanos (aunque ejercen la xenofobia, torturan, esclavizan y niegan el alimento y la salud a millones de personas desfavorecidas), países garantes de la libertad (pero sólo gozan de libre movilidad los ricos, sus capitales, sus mercancías y sus empresas), países paladines de la justicia (aunque ilegalmente vulneran los Tratados internacionales sobre asilo y acogida de refugiados).
En este mundo tan moderno y avanzado, millones de personas tienen prohibido huir de la miseria, o de la guerra, o de la persecución, o de la muerte. Tienen prohibida la vida en su tierra y la encuentran prohibida en otros lugares. Por cierto, ¿quién no ha emigrado o se ha desplazado por necesidad alguna vez en su vida? La historia de la humanidad es la historia de las migraciones. Desde que el hombre es hombre y la mujer es mujer no hemos hecho otra cosa que ir por estos mundos de Dios buscando dónde vivir mejor. Pero ahora nuestra desmemoria se ha emparejado con nuestra hipocresía.
Por su parte, los medios ya nos habituaron al terror, las imágenes aliñadas con ingredientes normativos resultan menos impactantes y las estadísticas terminan ocultando los rostros sufrientes: Tranquilamente se contabilizan por millares las personas ahogadas, menores desaparecidas, personas hacinadas en campos de refugiados, familias separadas, migrantes deportados, violaciones en campamentos, tráfico de personas… simplemente para hacer el balance estadístico anual.
Y mientras tanto, la ONU, la Comunidad Europea, los Estados Unidos, Gobiernos varios y Organismos Internacionales siguen organizando sus eternas Cumbres sobre migraciones repletas de discursos, justificaciones y evasiones para ver cómo repartir a tanta gente advenediza. ‘El fenómeno migratorio es un compendio de hipocresías, de contradicciones y de inhibiciones. Una búsqueda general de excusas para escurrir el bulto”, dice I. Gabilondo.
La cuestión es: ¿A quién preocupan realmente las personas migrantes? Y lo más vergonzoso de todo es que… ¡son personas tan parecidas a nosotros y nosotras…!
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