La palabra «caída» normalmente se reserva para reyes y tiranos.
Por obra y gracia del espíritu imperial las elecciones de EEUU acapararon la información. También en otras partes hubo elecciones como en Bolivia o en Jordania, también en otros países hubo cambio de presidentes como en Perú, y atentados y guerras como en Mozambique o Nagorno Karabaj, y ciclones como Eta arrasando Centroamérica, aparte de un reguero de contagios y muertos por Covid… pero los focos y los nervios internacionales permanecían fijos en un sólo punto. El espectáculo fue rentable, dio mucho que hablar.
Así que nuestro amigo tomó asiento y se puso tranquilamente a escuchar los ecos:
– ¿Y éste es el país supermoderno y superavanzado que se burla del sistema electoral de Venezuela y de otros países latinoamericanos?
– ¿Cómo pueden llamarle ‘cuna de la democracia’, si no quieren contar todos los votos emitidos, rechazan su propio sistema electoral y el candidato perdedor se niega a aceptar los resultados? ¿Desde cuándo la propaganda política está por encima de las votaciones? ¿No es cierto que el ganador se decide en las urnas y no en los medios ni en las encuestas?
– ¿Cómo llamar a este ‘circo antidemocrático’ en el que se teje con mentiras la campaña electoral y con mentiras se resiste el presidente saliente a aceptar su derrota y rehúye los procesos democráticos del traspaso de poderes? ¿Tantas son las mentiras de Trump como para ser interrumpidas sus intervenciones en las grandes cadenas de televisión? ¿Hubiera llegado tan lejos sin haber inundado de mentiras y de insultos las redes sociales?
– ¿Es posible que llevado por su populismo el personaje se haya tragado al presidente, que Trump se presente como víctima del sistema para salvar su ego y su reputación de ganador, que pretenda deslegitimar el resultado y deslegitimar el sistema para sembrar el caos y la desconfianza, que esté radicalizando la ya existente división de la población de su país («Yo hago que la gente saque la rabia que lleva dentro»), que intente enfangar el terreno que es el hábitat donde mejor se desenvuelve, buscando siempre algún provecho de futuro?
– ¿A qué viene este Show Trump? ¿Tan catastrófico y humillante le resulta convertirse en “un perdedor”? ¿Qué significa eso de que “Trump es Trump”? ¿Cómo que para Trump las leyes no tienen valor, que su modus operandi es el juego sucio y que, igual que se ha saltado Tratados y Acuerdos Internacionales, puede atacar las leyes de su país, como si él encarnara la ley y el orden?
– ¿Cómo puede aceptarse este espectáculo ridículo de rabia y pataleta, con destituciones en serie y sus consiguientes dimisiones, con amenazas infundadas, con burlas a las instituciones nacionales,…?
– Disculpen, ya es suficiente elenco de estupideces. ¿A quién representa este señor, al pueblo norteamericano, o a sí mismo? Ahora entendemos el alivio general que su caída produce en tantas partes del planeta. Allá usted, Sr. Trump, y sus listas de espera que ha generado: Le espera su esposa para divorciarse, le esperan los tribunales para resolver causas pendientes, le espera la Hacienda norteamericana para ajustar cuentas, esperan países y Organismos Internacionales (ONU, OMS, COP24, TPP,…) para restaurar los Acuerdos y Tratados… ¡Qué ridículo!
(viñeta de Titimoki)
Deja una respuesta