Se aproxima el inicio del curso escolar. Las mochilas y accesorios casi preparados. Pronto se verán los compañeros y compañeras y se contarán y se reirán.
¿Y cómo vendrán de animosos los profesores? ¿Qué actitudes habrá por parte de madres y padres? ¿Soñarán unos y otros en una educación coordinada y complementaria?
¿Y las escuelas y colegios? ¿Serán meros Centros de enseñanza, o serán verdaderos Centros de educación y coeducación?
A Bing Crosby, muy preocupado por el comportamiento de sus cuatro hijos, le aconsejó un amigo: -‘Debes distanciarte cuanto puedas del problema; intenta olvidar que se trata de tus hijos’.
El famoso cantante norteamericano dijo: -‘¿Cómo podría seguir un consejo así? ¡No es posible olvidar que soy su padre!’.
Y el amigo, sonriéndole, le sugirió: -‘Ya sabes, sólo tienes que pretender que se trata de los hijos de tu vecino, porque todo el mundo sabe cómo educar a los hijos de los demás…’.
¿Qué se entiende hoy por EDUCAR?
La EDUCACIÓN es un derecho fundamental para promover la libertad y la autonomía personal.
EDUCAR consiste en cultivar unos valores y conocimientos para que la persona pueda desenvolverse en la sociedad donde vive.
Educar es no sólo instruir y transmitir unos saberes, sino estimular y orientar a la persona para desarrollar sus facultades intelectuales y éticas y ser capaz de afrontar los retos de la vida y decidir por sí misma.
Si eso es verdad, la educación, escolar o familiar, siempre ha de tener en cuenta la realidad, la sociedad tal y como es. La sociedad con sus avances y sus problemas, con sus derechos y sus obligaciones, con sus valores y sus peligros. Pues, en esa sociedad, y no en otra, es en la que viven y vivirán estos niños y niñas que hoy se educan. Para eso se preparan, para afrontar esa realidad con sus aspectos positivos y negativos, y ser personas responsables.
Lo contrario a educar es maleducar, malcriar, alienar, falsificar, enviciar. Significa sacar al hijo o a la hija de su mundo real, ocultárselo, con la falsa pretensión de protegerles de los peligros. Les controlan, les someten, les domestican, les adoctrinan, les privatizan en colegios privados. Para que sean hijos e hijas teóricamente ‘menos contaminados socialmente’.
Los colectivos conservadores interpretan así la realidad de manera puritana. Se resisten a la educación en derechos y valores y prefieren alimentar a los menores con ‘tabús’. Pero los hijos e hijas tienen imposible ausentarse y huir de la sociedad compleja en la que viven, y a falta de otros cauces educativos han de acudir a internet: donde las redes sociales marcan tendencias y estereotipos, mezclan realidades con sentimientos, valores y contravalores; la machista pornografía se convierte en el capcioso medio de información sexual; los conceptos de violencia y libertad se adulteran, los derechos universales y de la naturaleza se minimizan…
Es imposible una educación de espaldas a la realidad. Y eso significa que se han de plantear al alumnado, a tono con su edad, los diversos temas sociales: La ecología y el cambio climático, los derechos universales y la discriminación social, el bien común y las libertades personales, la paz y las guerras, las relaciones humanas y las desigualdades, la violencia de género y la diversidad sexual, la salud corporal y mental, la pornografía y los suicidios, el sistema económico (riqueza y pobreza, salarios y desempleo, comercio y consumo, impuestos y servicios), los medios de comunicación y las religiones, la vida familiar y los divorcios, el sentido de las leyes, de la justicia y de la política, etc. En fin, que el alumnado pueda contrastar e ir formando su propio criterio sobre los aspectos que configuran la sociedad actual donde vive.
Convertir la realidad en tabú significa maleducar. La cuestión es: ¿Qué escuela queremos? ¿Qué educación pretendemos? ¿Quiénes son responsables de la educación?
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