Así se titula el último libro de Eduardo Galeano que ya se encuentra en librerías. Un libro póstumo.
En esta ocasión no vamos a poder disfrutar de las presentaciones personales que el maestro uruguayo hacía de cada uno de sus libros.
No podremos escucharle, con su parsimonia de artesano, sus palabras con música, siempre libres…recogiendo los latidos de abajo, los latidos de la dignidad.
No le veremos con su nuevo libro Mujeres entre las manos, contando historias censuradas, removiendo las memorias silenciadas…
Antes de fallecer, dejó el libro supervisado, pero rogó que no lo publicasen hasta después de su muerte, porque no quería que le molestasen, quería morir tranquilamente y en paz. Este es, pues, el último trabajo de tan insigne cuentacuentos, que viola la frontera de los géneros literarios.
Lo decía muchas veces: “No sé si el mundo está hecho de átomos, pero sí está hecho de historias”.
Le escucharíamos con su libro Mujeres abierto bromeando: Detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer… ¿felices por ser respaldos de sillas? ¿Eso es un honor?
Y pausadamente, nos hubiera leído un pasaje del nuevo libro…
Invisibles
Hace dos mil quinientos años, al alba de un día como hoy, Sócrates paseaba con Glaucón, hermano de Platón, en los alrededores del Pireo.
Glaucón contó la historia de un pastor del reino de Lidia, que una vez encontró un anillo, se lo colocó en un dedo y al rato se dio cuenta de que nadie lo veía. Aquel anillo mágico lo volvía invisible a los ojos de los demás.
Sócrates y Glaucón filosofaron largamente sobre las derivaciones éticas de esta historia. Pero ninguno de los dos se preguntó por qué las mujeres y los esclavos eran invisibles en Grecia, aunque no usaban anillos mágicos.
En sus más de 200 páginas, Mujeres (editorial Siglo XXI) retrata los sueños, conquistas y batallas de grandes personalidades femeninas como Juana de Arco, Rosa Luxemburgo o Rigoberta Menchú; vierte su admiración por la hermosura y el talento de grandes artistas como Marilyn Monroe, Rita Hayworth o Camile Claudel; recuerda hazañas colectivas de heroínas anónimas como las que lucharon en la Comuna de París o en la revolución mexicana…
Como declaración de intenciones, el libro abre con la Sherezade de Las mil y una noches, la mujer que ante el temor a ser degollada “cambió un cuento por cada nuevo día de vida”. Galeano celebra el coraje de aquellas que nunca se resignan.
Sherezade
Por vengarse de una, que lo había traicionado, el rey degollaba a todas.
En el crepúsculo se casaba y al amanecer enviudaba.
Una tras otra, las vírgenes perdían la virginidad y la cabeza.
Sherezade fue la única que sobrevivió a la primera noche, y después siguió cambiando un cuento por cada nuevo día de vida.
Esas historias, por ella escuchadas, leídas o imaginadas, la salvaban de la decapitación. Las decía en voz baja, en la penumbra del dormitorio, sin más luz que la luna. Diciéndolas sentía placer, y lo daba, pero tenía mucho cuidado. A veces, en pleno relato, sentía que el rey le estaba estudiando el pescuezo.
Si el rey se aburría, estaba perdida.
Del miedo a morir nació la maestría de narrar.
La mujer es uno de los elementos que se repite de manera constante en la obra de Galeano. Esta obra es un sentido homenaje a las mujeres que festejan la vida porque no se resignan, y en cuyas figuras se reivindica la dignidad del ser humano.
Relatos cortos o microhistorias componen esta historia de exclusión y resistencia de las mujeres, abordadas desde una perspectiva crítica.
Como dice Espino, su prosa busca hablar siempre de pasado y presente, sobre todo para tratar de construir futuro. Digamos que todos los ejemplos de esta antología son de mujeres que, aún en su aparente derrota, crean futuro.
Como nos dijo el maestro en otra presentación: «Este libro ha sido escrito para que no se vayan. En estas páginas se unen el pasado y el presente. Renacen los muertos, los anónimos tienen nombre: los hombres que alzaron los palacios y los templos de sus amos; las mujeres, ignoradas por quienes ignoran lo que temen; el sur y el oriente del mundo, despreciados por quienes desprecian lo que ignoran; los muchos mundos que el mundo contiene y esconde; los pensadores y los sentidores; los curiosos, condenados por preguntar, y los rebeldes y los perdedores y los locos lindos que han sido y son la sal de la tierra».
Y antes de responder algunas preguntas espontáneas del público, regalaría un relato final:
El zapato
En 1919, la revolucionaria Rosa de Luxemburgo fue asesinada en Berlín.
Los asesinos la rompieron a golpes de fusil y la arrojaron a las aguas del canal.
En el camino, ella perdió un zapato.
Alguna mano recogió ese zapato, tirado en el barro.
Rosa quería un mundo donde la justicia no fuera sacrificada en nombre de la libertad, ni la libertad fuera sacrificada en nombre de la justicia.
Cada día, alguna mano recoge esa bandera. Tirada en el barro, como el zapato.
Gracias por dejarnos soñar su última presentación.
Nuestro agradecimiento para siempre.
Mirada Solidaria.es
(Refer. a tres relatos publicados anteriormente en otros libros suyos y en los medios)
Allá donde esté se sentirá orgulloso de la presentación que has hecho de su libro.