Una gran marcha histórica contra las violencias machistas tuvo lugar el 7 de noviembre en las calles de Madrid. La primera marcha estatal en España de decenas de miles de personas contra la violencia machista.
“No son locos, son asesinos”, “basta ya de terrorismo patriarcal”, “no quiero tu piropo, quiero tu respeto”, “no es un arrebato, es un asesinato”, “no son muertas, son asesinadas”, “no son borrachos, son terroristas”…
Y quisieron hacer visibles y extirpar de la «normalidad» las otras violencias, en plural, porque «no solo se da en el ámbito de la pareja o expareja, también las agresiones sexuales son violencia e igualmente se dan en el entorno laboral, social, en las relaciones familiares, la publicidad o los medios», dijo Noelia Landete.
Los hechos hablan
* La Ley de Violencia, pomposamente llamada Ley Orgánica de Medidas Integrales contra la Violencia de Género, se ha demostrado sobradamente ineficaz. Desde su aprobación el 28 de diciembre de 2004 se han cometido más de 1.000 asesinatos machistas. La protección de la ley de que presumen tanto el gobierno como los partidos que la apoyan no es cierta. Las cifras explican que tenemos 2.500.0000 de mujeres maltratadas, 15.000 violadas cada año, y un número indeterminado -por falta de datos oficiales- de niños asesinados, desaparecidos, abusados sexualmente y maltratados.
* El 55% de las denuncias se archivan en el Juzgado sin más trámite. Sólo el 14% de las denuncias se penaliza, la mayoría de las cuales no exceden de dos años de prisión, porque dada la benignidad de los jueces en los procesos de violencia, a los maltratadores se les compensa con la sustitución por los llamados servicios en favor de la comunidad, que nadie sabe en qué consisten.
* Estas cifras no escandalizan ni inquietan a los partidos políticos ni a los gobernantes, ni a muchos movimientos sociales, que no muestran el menor interés por la masacre de mujeres y niños en nuestro país cada año. La violencia machista es tan terrorismo como el etarra o el islámico, pero no lo parece, no se considera un asunto de Estado ya que las víctimas solo son mujeres.
* Durante la semana siguiente a la Gran Marcha contra la Violencia Machista, otras seis mujeres han sido asesinadas sumándose a las más de 40 víctimas durante 2015 en España.
Y los remedios a medias tampoco valen
* La ley sólo ‘protege’ a las mujeres ligadas sentimentalmente con el agresor. Quedan desprotegidas las demás (madres, hermanas, suegras, cuñadas, hijas) agredidas por el maltratador, y, por supuesto, las prostitutas, apaleadas o torturadas por chulos o clientes. Tampoco merecen esa protección legal las mujeres víctimas de otros graves delitos, como la violación y los abusos sexuales –no digamos el acoso sexual- cometidos por familiares, amigos, vecinos, jefes o compañeros de trabajo, o desconocidos. Incluso el incesto no es contemplado por nuestra legislación.
* Las víctimas se encuentran en indefensión: Es deber de ellas probar la comisión de los delitos, porque los agresores son “inocentes mientras no se demuestre lo contrario”. Por eso, cuando el peligro de agresión o incluso de muerte es evidente, las víctimas deben huir de su casa, a veces con niños pequeños a su cargo, que tienen que dejar de asistir a la escuela, perder sus amigos y objetos queridos, para refugiarse en una Casa de Acogida. Y el maltratador puede seguir tranquilamente, amenazando a su mujer y, a la vez, asistiendo a su trabajo, disfrutando de la vivienda común y siendo respetado por la comunidad.
* La política de recortar el presupuesto de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género y el Instituto de la Mujer acrecienta el riesgo para la vida y la salud de las mujeres víctimas de violencia.
* En España sigue sin entrar en vigor el Convenio de Estambul, que obliga al Estado a implementar reformas legislativas para que sean penalizadas todas las formas de violencia de género. Por eso se exigía en la Gran Marcha el implemento de tal Convenio, y que la lucha “contra el terrorismo machista” sea cuestión de Estado; que toda la sociedad se comprometa con la lucha; y que se penalicen todas las formas de violencia contra las mujeres. Que el Estado apoye a las víctimas y priorice la prevención. Que los medios de comunicación estén libres de lenguaje e imágenes sexistas; y se retire la patria potestad a los maltratadores.
* Faltan tribunales (y policía) especializados. La abogada experta en violencia de género Angela Alemany manifiesta su preocupación: «Los jueces cada vez cuestionan más el testimonio de las mujeres maltratadas. Cuando se alega maltrato psicológico exclusivamente, en general, no se conceden órdenes de protección. Incluso se están denegando cuando hay denuncias por agresiones físicas y existe parte de lesiones. Se argumenta que es la primera vez o que son muy leves. Es lamentable».
El asunto tiene su transfondo
Según la ONU, anualmente cuatro millones de mujeres y niñas son víctimas de trata de seres humanos en todo el mundo. Medio millón en la Unión Europea. Y la demanda de prostitución está incrementando el tráfico de mujeres, que se ceba en las más pobres y vulnerables. La profesora Pilar Barahona recuerda: “Si pensamos en los primeros escritos que tenemos sobre la prostitución, en el siglo V a. C., vemos como las esclavas eran destinadas a la prostitución. Del V al XXI hay muchos siglos de diferencia. Y seguimos teniendo lo mismo”.
El problema no es nuevo ni pasajero, sino crónico y transversal. Y tiene que ver: con las estructuras patriarcales, con las relaciones de poder dominante de los varones sobre las mujeres, con las raíces, con la mentalidad, con las costumbres, con la cultura, con las tradiciones, con la educación, con la organización social, patriarcales y machistas.
Para llegar a las raíces del mal no bastan los pactos de Estado contra la violencia de género. La sociedad se ha modernizado, se han producido enormes cambios, pero hay algo que no cambia: Se sigue matando a las mujeres por ser mujeres. Y las políticas de gestos están bien como gestos, pero no valen para frenar esos asesinatos. No vale un minuto de silencio. No vale uno, dos, tres días de luto oficial…no valen los buenos propósitos. Hacen falta acciones más radicales, que ataquen las raíces del mal, de esas estructuras patriarcales y machistas.
Eso sí, todo trabajo de cambio de mentalidad es a largo plazo. Pero cuanto más se demore su práctica, más se alarga el plazo, más se robustece el mal, y más víctimas se van sumando. Lo positivo es que ese trabajo de cambio de mentalidad puede realizarlo todo el mundo y en todos los ámbitos sociales: empezando por sí mismo/a, su familia, su vecindario…
Mirada Solidaria.es
(Refer. a comentario de Lida Falcón, Público.es)
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