Nos resbala todo lo que digan los políticos, junto con sus partidos y sus comparsas mediáticas, que de alguna manera han estado salpicados por la corrupción y siguen abrazados al poder con total impunidad. Pueden ahorrarse todos sus discursos y explicaciones, todas sus aclaraciones y salvedades. O ellos o alguien de los suyos se aprovecharon y beneficiaron de su cargo público, o han robado directamente dinero público. Y, miren ustedes, la impunidad es incompatible con la confianza.
Nos resbala que piten al himno nacional durante un partido de fútbol, como sucedió recientemente en España. Nos resbala que un alto militar dijera que es falta de educación no respetar el símbolo nacional. ¿Qué pinta el himno nacional en un partido de fútbol? ¿Qué pinta el símbolo nacional en las procesiones religiosas? ¿Saben, además, que cada vez que suena este símbolo patriótico sigue cobrando la familia De Andrés por derechos de autor hasta el año 2036? En realidad sólo cobra por el 5% de los derechos de explotación de la obra, pues el otro 95% lo vendieron por 130 millones de pesetas al estado español en 1997, durante el gobierno de José María Aznar. ¡Joder con el símbolo nacional!
Nos resbalan todos los titulares de la prensa española alusivos a la visita de Felipe González a Venezuela, el 8 de junio, para defender a los opositores golpistas López y Ledesma: “La llegada de Felipe González arrincona al régimen chavista” (El País), “Maduro no logra boicotear la visita de González” (ABC), etc. Felipe aparece en todas las portadas escoltado por la esposa de Antonio Ledezma, por la madre de Leopoldo López y por el embajador de España Antonio Pérez.
Mientras tanto, la España democrática prohibía la entrada al cirujano de Ghana, Agbeko Ocloo, que no pudo acudir a una conferencia médica en Barcelona, al habérsele negado el visado por temor a que se quedara en España en situación irregular. No le sucedió así cuando asistió a otras conferencias médicas en Alemania, Suiza, Sudáfrica, Japón, Canadá, EEUU y Noruega.
Nos resbalan todas las resoluciones de la ONU y de su Consejo de Seguridad, sometidos realmente a los intereses y al derecho a veto de cinco grandes Potencias. Son esas Potencias las que provocan, autorizan o prohíben las guerras a su conveniencia y las que permiten que un Estado cumpla o no las resoluciones de la ONU. ¿Por qué le llaman Derecho Internacional, si no es igual para todos? Que se lo pregunten a Israel.
En marzo de 2011 se inició el conflicto en Siria; millones de niños y sus familias se han visto atrapados en una terrible espiral de violencia. Más de 200.000 muertos y 6 millones de niños que necesitan ayuda humanitaria urgentemente. ¿Nada tiene que decir al respecto la ONU y su solemne Declaración de los Derechos Humanos?
Nos resbalan las declaraciones, recomendaciones y presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), que por una parte pronostica que seguirá creciendo la riqueza en España hasta el 3.1 % este año y, por otra, exige más recortes sociales para seguir ahogando a las clases humildes (más reforma laboral, abaratar los despidos, subida del IVA, copago sanitario y de educación…).
Al FMI le parece poca la desigualdad producida en España (el segundo país más desigual de la Unión Europea), quiere más riqueza aún para los ricos que han visto engordar sus beneficios durante la crisis (las ganancias de los bancos y grandes empresas siguen creciendo entre un 35 y un 50% más), y quiere más pobreza para los pobres (la tasa de pobreza en 2014 alcanzó el 21,8%).
Nos resbala esta cultura consumista, este sistema de ficción, de apariencias y formalismos, que nos venden como el mejor sistema posible. Una sociedad donde la etiqueta es más importante que el producto, los títulos del conferenciante más interesantes que los contenidos de su conferencia, o la caridad tiene preferencia sobre la justicia. Como diría el maestro Galeano: “Estamos en plena cultura del envase. El contrato de matrimonio importa más que el amor, el funeral más que el muerto, la ropa más que el cuerpo y la misa más que Dios”.
¿Qué mundo maravilloso es éste, donde 800 millones de personas padecen hambre y 1.400 millones padecen obesidad? ¿Qué mundo desarrollado desperdicia diariamente 3.500 millones de kilos de alimentos, mientras 10.000 niños mueren de hambre cada día? ¿Ése es el mundo moderno y avanzado? Ja, ja, ja…
¡Nos resbalan cantidad de cosas…!
Al final, entendimos mucho mejor lo que aquella pareja de jóvenes quería decir con la expresión “nos resbala”.
Y entendemos mejor por qué continúan las manifestaciones callejeras a pesar de la represión.
La ventana del mochuelo
¡Verdades como puños!.
En este artículo se muestra claramente el refrán castellano «Al pan pan y al vino vino» .
Gracias por la claridad.
Muy bueno el artículo, nos ayuda a tener las ideas más claras, y muy bueno el chiste del roto.