Ojalá que la tierra bese los pasos de tus gentes… Ojalá tanta represión y muerte haga brotar algún día paz duradera… Ojalá los clamores de tus pobres y oprimidos lleguen al cielo y también a las conciencias…
Ojalá que el llamado Plan Colombia 2.0, anunciado durante el estado de emergencia, se justificara por necesidades del pueblo y para su beneficio, y no fuera una simple tapadera para violar acuerdos, ejercer mayor violencia contra los campesinos y expulsarlos de sus tierras, favorecer a petroleras y multinacionales como Bayer Monsanto para el control de las reservas de aguas y otras explotaciones, saquear recursos del Estado y entregarlos a la oligarquía económica y financiera, militarizar campos y ciudades, y evaporar la soberanía, acatando a los EEUU y sus huestes militares en Colombia.
Ojalá que todas las partidas de dinero (21 billones de pesos del decreto 444, préstamos de 8.500 millones de dólares del Banco Mundial, 10.600 millones de dólares del FMI…), obtenidas con excusa de la pandemia, repercutieran en beneficio de la población colombiana, especialmente la más vulnerable, en vez de ser destinadas a la banca privada, a las grandes industrias y negocios privados y a los forrados bolsillos privados.
Ojalá que fueran ficción las miles de fosas comunes con miles de cuerpos asesinados por los paramilitares con apoyo estatal y empresarial, y fuera un bulo las 200.000 personas desaparecidas. Ojalá fueran falsos los miles de “falsos positivos”, asesinatos ejecutados extrajudicialmente por los militares… y fueran mentira las masacres de indígenas, de campesinos, de defensores de derechos humanos, de líderes sociales, de sindicalistas…
Ojalá fuera error del Banco Mundial que Colombia es el segundo país con más desigualdad en América Latina… y fuera falacia el escandaloso acaparamiento del 81% de las tierras en manos del 1% de la población más rica junto con las compañías transnacionales. Ojalá fuera un error estadístico que más de la mitad de la población colombiana vive en la pobreza, o que 5.000 niños mueren cada año por desnutrición.
Ojalá hubieran sido reales los Acuerdos de Paz de 2016 y no una engañifa para el pueblo y para el mundo: La guerrilla de las FARC cumplió entregando las armas y desmovilizándose, pero el Estado no ha implementado ni siquiera un 20 % de lo acordado. Acuerdos dinamitados por el Gobierno cuya respuesta ha sido mayor represión y violencia. Ojalá nunca se hubiera traicionado la esperanza de paz de este pueblo, ni los engañosos Acuerdos se redujeran a un vitrinazo del señor J.M. Santos para conseguir su Nobel de la Paz, su plaza de profesor en la Universidad de Harvard y su puesto de Miembro de la Junta de la Fundación Rockefeller. Ojalá no se hubiera regado a nivel internacional la mentira de que la Paz llegó a Colombia, porque se firmaron esos supuestos Acuerdos.
Ojalá fuera tan sólo un bulo los más de 7,7 millones de personas desplazadas, desposeídas y ahuyentadas con amenazas y masacres.
Ojalá Colombia no tuviera que contemplar sus entrañas ardiendo y la voraz deforestación de su Amazonía con su maravillosa biodiversidad.
Ojalá y Colombia no fuera punta de lanza del imperialismo norteamericano para agredir a países vecinos ni se convirtiera en el “Israel latinoamericano”.
Ojalá todo cuanto hace sufrir al pueblo colombiano fuera solo rumor: la corrupción generalizada, la impunidad como marca registrada, las instituciones represoras, la violencia institucionalizada, las políticas de exclusión social y empobrecimiento, la oligarquía dominante acaparadora,…Y siempre comiendo cuento de que el diablo vive sólo en la vecina Venezuela.
Ojalá, Colombia, la paz no fuera un sueño, ni la justicia una quimera, ni la vida digna un cuento, para tu fascinante gente, que ríe y llora y baila y canta y lucha por sobrevivir. Ojalá.
Gracias, por este quejido de Verdad, ante tanta mentira o silencio de los medios e hipocresia de los gobiernos occidentales. Gracias, por esta digna denuncia.
El 20 de Julio los colombianos estábamos orgullosos de celebrar El grito de Independencia y me pregunto si no tendríamos que mirar lo que está pasando en Colombia ahora y darnos cuenta que tenemos muy poquito de que sentirnos orgullosos y sí indignados y avergonzados…