
El que nace lechón muere cochino
No cesa el goteo de asesinatos machistas. Y se corre el riesgo de ‘normalizar’ esta lacra, en nuestra cultura donde todo se consume al instante, incluidos los asesinatos, y, tras unos minutos de silencio y discursos de rigor, a otra cosa mariposa.
Pero el mal es de fondo y ancestral. Se llama ‘machismo patriarcal’ y su creencia de que las mujeres son propiedad del hombre. Hombres machistas que, desde el odio, el rencor, el sentido de la posesión, el narcisismo, el complejo de superioridad, la sed de venganza… se consideran con derecho a maltratar, humillar y matar a las mujeres. Y como fieras se rebelan al sentir pérdida de poder ante los crecientes signos de soberanía de las mujeres.
¿Cómo es posible semejante mentalidad? Porque lo mamaron desde pequeñitos, porque son muchos siglos de educación patriarcal. No están enfermos, son hijos sanos del patriarcado. Desde corta edad aprendieron que, aunque se diga que somos iguales, no lo somos; les inculcaron en sus mentes unas fronteras que dividen a los seres humanos no sólo geográficamente sino también entre mujeres y hombres. Y lo llevan en la sangre.
¿Por qué se empeñan los partidos de derechas en no incluir la educación sexual e igualitaria en el currículo educativo? ¿Por añoranza dictatorial? ¿O por temor a la libertad de las mujeres?
¡Más madera!
¡Un año de guerra en Ucrania! Y al igual que Groucho Marx en la película, Zelensky, el maquinista de la OTAN, se pasea por varios parlamentos europeos demandando: ¡Más tanques! ¡Más aviones! ¡Más misiles! Y es que es poca la madera que arde y todavía escasos los riesgos que se corren como para hablar de paz, que ya tendrá tiempo aquel que sobreviva.
Como dice Koldo Campos, son los signos del mundo en el que andamos a tono con las declaraciones de los que están en las tribunas. El presidente Biden reclama unidad contra el terrorismo; Don Corleone demanda unidad contra la mafia; Barbanegra exige tolerancia cero contra la piratería; Al Capone pretende la unidad contra el gansterismo; Nerón exige unidad contra los pirómanos; Benjamín Netanyahu reclama unidad contra el apartheid…
Zelensky hace sonar el silbato del tren e insiste: ¡Más hipocresía! ¡Más guerra! ¡Más negocio! ¿Cuántas armas serán necesarias para justificar tantas víctimas y tanta destrucción? ¡La fuerza se impone a la razón!
No da igual
No puede dar igual por mucho que traten de convencernos. Imposible quedarse conforme.
La riqueza generada en el mundo desde 2020 ha sido enorme. Y Oxfam cuenta que el 63% de toda esa riqueza ha ido a parar al bolsillo del 1% más rico del planeta. La riqueza de los milmillonarios se ha incrementado cada día en 2.700 millones de dólares, mientras 1.700 millones de trabajadores en el mundo han perdido poder adquisitivo. La engañifa para la población consiste en repetir a través de los medios que la mala situación se debe a las nuevas crisis (pandemia, guerra de Ucrania, inflación). Pero eso no cuadra, porque unos cuantos se están forrando con estas crisis.
Una pista: Elon Musk, segundo hombre más rico del planeta, tributa a un tipo del 3,2%. El fundador de Amazon, Jeff Bezos, paga menos de un 1% de impuestos. Los impuestos de un trabajador medio, por ejemplo en España, ascienden al 40%. El millonario Warrion Buffet reconoce que paga menos impuestos que su chofer.
Si se aplicase un impuesto sólo del 2% sobre el patrimonio neto de los millonarios, del 3% para los que tienen más de 50 millones de dólares y del 5% a los milmillonarios, se recaudaría 1,7 billones de dólares, una cuantía suficiente para sacar de la pobreza a 2.000 millones de personas. Y eso hablando sólo de un pequeño ajuste en los impuestos.
Pues, miren ustedes, no da igual. Porque la desigualdad no mana de la naturaleza sino del robo y de la apropiación indebida.
La ventana del mochuelo
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