Miles de mujeres protestan en las calles: ¡Mujeres, vida, libertad!
Amini tenía 22 años. Fue detenida y arrastrada a una furgoneta de la ‘policía de la moral’, encargada de hacer cumplir las normas de comportamiento y vestimenta de la mujer. Amini llevaba el velo mal puesto y se le veía algo de pelo. No salió viva de las dependencias policiales.
Son abusos frecuentes. En julio, un policía detuvo a una mujer que fue acosada, golpeada y grabada por incumplir la norma no escrita sobre el hiyab. Fue trasladada a un hospital con hemorragias internas y luego obligada a disculparse públicamente en la televisión estatal. Se golpea a las mujeres en público. Unas chicas recibieron una paliza solo por sonreír y hablar demasiado alto. A las mujeres se les priva de la educación secundaria. Sólo pueden trabajar en sectores de la sanidad o la educación. Y están obligadas a ir acompañadas de un tutor masculino en todos los desplazamientos, excepto en los cortos.

Tras la muerte de Amini, miles de mujeres valientes protestan en las calles de varias ciudades de Irán: ¡Mujeres, vida, libertad!. Públicamente se quitan su velo, otras lo queman y se cortan el pelo. Algunos hombres, jóvenes sobre todo, les acompañan.
Y son protestas de muy alto riesgo: decenas de muertos, centenares de personas detenidas, represión policial con munición real y gases lacrimógenos. El Gobierno bloqueó el internet móvil para controlar las protestas. En Occidente asombra el arrojo de estas mujeres en las calles gritando ‘basta ya’, a pesar de tanto miedo establecido. La Guardia Revolucionaria califica las protestas de “sedición” y reclama al Poder Judicial que actúe contra quienes “diseminan rumores y mentiras”. Dicen que son protestas incitadas por el “enemigo extranjero”.
Algunas Organizaciones de Derechos Humanos denuncian la situación, exigen la investigación de los malos tratos bajo custodia, solicitan la abolición de la “policía de la moral” y de las leyes sobre el hiyab obligatorio y de otras que violan los derechos de las mujeres. También están los consabidos silencios por parte de organismos internacionales, presidentes y representantes de la cultura ante tanta discriminación y acoso.
Comenta la activista jurídica Noor Ammar Lamarty: Soy musulmana y soy abolicionista del velo, el velo islámico o hijab, y de cualquier prenda diferenciadora en materia religiosa sobre los cuerpos de las mujeres musulmanas. El velo no es un trozo de tela, no es una simple prenda diferenciadora, no es sólo una decisión religiosa, de identidad.
El velo es la más clara forma que ha tenido el patriarcado islámico de malversar el concepto de mujer. El velo es el medio de implantar la modestia y el pudor, por lo tanto la invisibilidad de las mujeres como forma de existencia en el mundo. Es la conversión del cuerpo en pecado. Es el desistimiento de una forma igualitaria de relacionarse con el sexo opuesto.
El hijab que no existe en la esfera íntima, es una herramienta de ocultación en la esfera pública. Es la manera de silenciar más coercitiva y al mismo tiempo más implícita en un gesto como cubrirse… Es la línea que diferencia a las correctas de las disidentes. Las buenas mujeres, de las eternas rebeldes…
Cuando tantos hombres dejen de poseer control indirecto sobre los cuerpos de las mujeres, porque se conciben como animales con instintos primitivos que sólo nos ven como carne que violar, maltratar o matar, habremos logrado desarticular el dispositivo de control más enfermizo y repugnante que aún en el siglo XXI sigue vivo.
(Viñeta de Manuel Fontdevila en eldiario.es)
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