¿Conocen la historia de la asamblea de animales? Un cocinero organizó una asamblea donde estaban presentes todos los animales de la granja: las gallinas, los patos, los cerdos, los conejos, los pavos… Y entonces les preguntó: -¿Con qué salsa quieren ser cocinados? Todos quedaron asustadísimos, hasta que se escuchó a una humilde gallina decir: -Yo no quiero ser cocinada. Entonces el cocinero dijo: -¡Un momento! Eso está fuera de la cuestión. Añade Galeano que buena parte de los seres humanos vive en unas condiciones que solo puede elegir, directa o indirectamente, la salsa con que ser cocinada.
¿Libertad? Hace años que los partidos políticos pretenden apropiarse de la palabra libertad. Lucen la libertad en sus lemas electorales. Eso tiene buena venta. Se presentan como adalides de la libertad. Claro que, ¿Quién no está de acuerdo con la libertad? ¿Quién no la quiere, aunque esté pensando en cosas diametralmente opuestas? Esa palabra que significa una idea por la que tantos han muerto a lo largo de la historia, ahora es un lema en boca de todos y, al parecer, viene a querer decir lo que cada uno quiera atribuirle.
Apelar a la libertad es siempre un éxito seguro con todos los públicos. Pero las palabras, como los principios, pueden perder su significado por tanta manipulación. ¿Por qué le dices amor si quieres decir sexo? ¿Por qué hablas de libertad si quieres hablar de negocios y de evasiones fiscales? Se puede defender cualquier objetivo o proyecto, argumentarlo, justificarlo, confrontarlo, pero no llamar a eso defensa de la libertad.
Pues, ¿de qué libertad hablamos? Unos quieren libertad para defender su prosperidad, pero excluyen a las masas del hambre. Otros piden libertad sin restricciones para ir de bares o a las playas, a pesar del riesgo pandémico para la vida propia y ajena. Propietarios reclaman libertad para subir el precio de los alquileres todo lo que quieran, pese al grave problema habitacional. Libertad para ponerse o no la vacuna propuso en su proyecto de ley el diputado brasileño Silvio Antonio Favero, quien precisamente murió por covid el mes pasado. Unos quieren libertad para hacer manifestaciones en favor de los derechos sociales, otros para prohibirlas. El asesino machista reclama presunción de inocencia y libertad para alegar locura o arrebato. El empresario goza de libertad para contratar y despedir a los obreros. Hay quien pide libertad para rezar a Dios, y quien la pide para insultar a Dios. ¿Puede haber libertad para socorrer a migrantes en el mar o dejarlos morir?…

Con tanto manoseo, la preciosa palabra libertad puede quedar hueca. Y quedar enterrada en la paradoja o en la contradicción: Una libertad que genera esclavitud, dependencia y sumisión. Una libertad personal por encima de lo colectivo y del bien común. Una pancarta de partidarios de Trump decía: «tu salud no está por encima de mi libertad» y los infractores de las normas Covid gritan en España: «Madrid, libertad». ¿Libertad o libertinaje? La vieja mentalidad liberal llama libertad a los privilegios frente a los derechos universales. Defienden la libertad de mercado sabiendo que sólo pueden acceder al mismo quienes tienen dinero. ¡Cuántos crímenes se han cometido en nombre de la libertad…!
O somos iguales en libertad, o no es libertad. Dice Theodor Kallifatides: Si queremos entendernos, ante todo debemos aceptar que el otro existe y que es probable que crea en cosas distintas de las que nosotros creemos. En una relación de igualdad no hay sino derechos recíprocos y obligaciones recíprocas. Respétame para que te respete, escúchame para que te escuche. El otro ha de ser el límite natural de nuestros actos y de nuestras palabras.
La ventana del mochuelo
(Refer. Jorge Guerricaechevarría C. SER 21/03/2021. I. Gabilondo C. SER 22/03/2021. Viñeta de Iñaki y Frenchy)
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