Esther Vivas, en su artículo “Ganar es posible” (*), dice que el mundo se construye a partir de nuestro imaginario, de lo que consideramos bueno o malo, posible o imposible, inútil o eficaz. Y que los límites de lo posible, dependen a menudo de nuestra percepción, teniendo en cuenta, evidentemente, las oportunidades del momento.
Grandes campañas y luchas han resultado exitosas, a pesar de los pronósticos pesimistas, previsiones negativas, asombrosas dudas y fuertes represiones. Muchos activistas repitieron después la cita del poeta francés Jean Cocteau: “Lo consiguieron porque no sabían que era imposible”.
Hoy, varios años más tarde, estas palabras regresan al presente. Su significado guarda la esencia del tiempo político actual, donde hemos pasado de la resistencia a la férrea voluntad por cambiar las cosas. La convicción ya no es patrimonio solo de un puñado de activistas bienintencionados, sino que este convencimiento empieza a hacer mella en una mayoría social. Y mucha más gente se va dando cuenta de que aquellos grandes monstruos invencibles y terribles tienen los pies de barro; y que los muros de aquella realidad y sistema inmutables resultan ser espejos rompibles. Y cuanto más se descubre el miedo infundido, más se va creyendo en el cambio.
El movimiento de los indignados logró cambiar nuestro imaginario colectivo en relación a la crisis. Pasamos de considerarnos culpables y cómplices de la misma, como nos habían hecho creer («Habéis vivido por encima de vuestras posibilidades»), a descubrirnos como víctimas de un robo y una estafa a gran escala. En consecuencia actuamos: indignados, ocupando bancos-hospitales-viviendas vacías-universidades, desobedeciendo, sin miedo. Y otra mucha gente protestando, descreyendo y desconfiando de los gobernantes.
El legado del 15M, cuatro años después, sigue ahondando en esta percepción de lo común, desmontando los mitos de un sistema que quiebra en todos sus frentes. Avanzando de las calles a las instituciones con su característico «sí se puede». Con una perspectiva clara: Cambiar esto. Muchos decían: miles en la calle, pero en las elecciones vencen los mismos de siempre. Otros respondíamos: la traslación electoral del malestar social requiere tiempo, pero, tarde o temprano, llega. Por cierto, ¿Por qué, siendo tan super-poderosos, no han acabado de un plumazo, como decían, con la débil Grecia?
Los resultados de las elecciones ya están cambiando. Los nervios y la desesperación de los viejos gobernantes, también. Cuando los pueblos empiezan a moverse, el miedo empieza a cambiar de bando.
Nuestro admirado Eduardo Galeano nos dijo, por aquel entonces, que el movimiento 15-M es pura vitamina de esperanza, porque es una prueba de que todo puede cambiar, de que no estamos condenados a vivir en la dictadura universal más peligrosa, la de los amos de las finanzas”.
El mochuelo
(junio-2015)
(*) Refer. al artículo de Esther Vivas en Público.es, 18/06/2014.
Solo le falta a esto, pegarle la viñeta Forges de Hoy Domingo en el país.
Solo le falta a esto, pegarle la viñeta Forges de Hoy Domingo en el país.