Eran tan buenos negociantes que se volvieron tontos. Siguen diciendo que el cambio climático es un invento de los chinos para dañarles sus negocios. Presumen de tecnología, de todo tipo de pesticidas y, sin embargo, para ellos la contaminación es una broma.
Otros muchos callan, con un silencio bastante parecido a la estupidez. Sólo aprendieron el idioma comercial. Y se hacen los mudos mientras arden los bosques, la tierra se hace desierto, los ríos se envenenan y se derriten los hielos de los polos. Por supuesto que ellos no saben quién ha enloquecido al clima, ni quién es responsable del devoro de los recursos naturales, ni de la pudrición del aire, la tierra y el agua.
Están también los ciegos que sólo saben contar, contar dividendos y beneficios. Para ellos, sólo la Naturaleza tiene la culpa de que ‘en muchos lugares la lluvia haya dejado de llover, y en otros muchos llueva como si se partiera el cielo’.
También los insensibles hacen gala de su imbecilidad. ‘Son cosas del tiempo’, dicen. Las olas de calor actuales, el descontrol climático, las tormentas secas,… Nada sienten, ellos tienen su aire acondicionado, sus cubitos de hielo para las bebidas, sus piscinas con agua clorada.
Tampoco sirven de nada las alarmas de los científicos, los consejos de los sabios, las señales de la propia Naturaleza. Porque para los incrédulos nada es digno de credibilidad. China ha registrado las peores inundaciones en 60 años, Estados Unidos marcó su mayor sequía en 30 años, Europa está batiendo records históricos de calor mes a mes y año tras año. Expertos de la ONU han constatado que el calentamiento global exacerba los fuegos en el sur de Europa y la Península Ibérica. Pero no se lo creen, para los descreídos son ‘cosas de la prensa’.
Y juntos danzan los terroristas ambientales y los tontos de remate. Continúan situando el calentamiento global en horizontes muy lejanos, mientras no cesan de secarse el sudor por las olas de calor. Imbéciles auténticos que esperan el amanecer sin enterarse que ya es mediodía.
Sólo un insensato destruye su propia casa. ¿Qué dirán los nietos en el futuro cuando se enteren de que sus abuelos destruyeron la casa común…?
¿Se atreverán a celebrar el Día Internacional contra el Cambio Climático (24 de octubre)? ¿Cómo?
Refer. Artículo de Galeano en «La Insignia» el 17/8/2002
SÍ QUE SÍ. Somos como la rana en la olla del agua calentándose.
Vamos a seguir haciendo siempre lo que podamos y más para reclamar Justicia Climática para todos.
Tú sigue. Y gracias.