La primera ventana mostraba la adolescencia como una etapa natural del crecimiento (I) de los seres humanos, fase de cambios bruscos, de emociones y turbulencias, y la segunda ofrecía algunos datos estremecedores sobre la situación actual de la adolescencia (II): acoso escolar, abusos sicológicos, violencia de género, trastornos de salud mental, suicidios, delitos sexuales, pornografía, conexión a pantallas…
Es el momento ahora de afrontar este fenómeno vital y hacerse los planteamientos pertinentes. Sería interesante una GRAN ASAMBLEA donde estuvieran presentes adolescentes, padres, docentes, investigadores, sociólogos y sicólogos, y sólo ‘como oyentes’ los dirigentes políticos, religiosos y jueces. Una asamblea para hablar en libertad, escuchar con respeto, aprender todos y aplicarse el cuento cada cual.

Hablamos de auténticos problemas vitales para los y las adolescentes. No son “cosas de críos”. Ni sirve cerrar los ojos ante la realidad. Así pues, dejémonos cuestionar por dicha realidad:
* Hablando de sexualidad: ¿Estamos convencidos de que todos los seres humanos nacemos sexuados, al igual que nacemos con piel? La sexualidad es una condición inherente al ser humano, que nace y crece a la vez que la persona, que forma la personalidad y configura las relaciones entre personas.
Así la define la OMS: “la sexualidad es una energía que nos motiva a buscar afecto, contacto, placer, ternura e intimidad, influencia nuestros pensamientos, sentimientos, acciones e interacciones y, por tanto, influye en nuestra salud física y mental”.
La sexualidad no consiste en un simple desahogo machista, ni en el trato a la mujer como un objeto de mercado. La sexualidad tiene que ver con el placer, el amor, la ternura, las caricias, los abrazos y el respeto entre personas, pues nuestra piel necesita del contacto físico y es fuente de comunicación y felicidad. ¿No es eso exactamente lo que hacen los padres con los bebés para transmitirles afectividad?
¿Entonces por qué, siendo tan natural, con el paso del tiempo se vuelve un tema tan incómodo de hablar con los hijos? ¿Por qué en pleno siglo XXI sigue siendo un tabú, penoso de hablar con los hijos, algo que es y va a ser central a lo largo de toda su vida?
¿Cómo es posible que en los colegios tampoco haya una educación afectivo-sexual crítica y emancipadora, igualitaria, que priorice el consentimiento y brinde herramientas para detectar la violencia sexual en una sociedad donde se encuentra absolutamente naturalizada?
¿No es terrible abandonar a nuestros hijos a su suerte, obligándoles a informarse a través de la pornografía violenta, falsa, agresiva, que distorsiona los roles de género y cosifica a la mujer?
Es injustificable que nuestros miedos de adultos y prejuicios mentales, patriarcales y religiosos condicionen la orientación en temas tan vitales para nuestros hijos adolescentes.
* Hablando de violencia: ¿Cómo es que nuestros hijos e hijas ‘tan bien educados’ practican o sufren diversos tipos de violencia? ¿Por qué muchos hijos y muchos padres no se atreven a denunciar casos de acoso escolar? ¿Es mejor la inacción y la resignación?
¿Por qué se ocultan los problemas mentales de los propios hijos, cuando la mayor parte de las personas jóvenes (56,4%) considera haberlos tenido y el suicidio es la primera causa de muerte en los jóvenes? ¿O creemos que nuestros hijos/as son especiales y no les va a pasar nada de eso?
¿En base a qué justificamos actitudes machistas en los menores? ¿O acaso las vemos normales? ¿No se puede hablar con los hijos e hijas de la violencia sexual en la pornografía y de su vejación, humillación y deshumanización de la mujer?
¿Por qué no puede plantearse en los colegios una educación igualitaria, libre y antirracista? 280.000 personas LGTBI sufrieron agresiones en los últimos 5 años.
¿Por qué resulta incómodo hablar con los hijos sobre temas del alcohol y de las drogas?
¿Nada que aclarar sobre el enganche a las pantallas y a las redes sociales? El 89% de los adolescentes se conectan muchísimas horas al día a las redes, lo cual afecta a su estado de ánimo y satisfacción vital y favorece las frustraciones y depresiones.
Atención personas adultas: El asunto es muy delicado, vital y urgente. ¿Cómo nos hubiera gustado ser informadas y tratadas en nuestra adolescencia? ¿Fue mejor que nos abandonaran a nuestra suerte y en manos ajenas sin más, por miedo y prejuicios de los mayores?
El tema es largo y preocupante. En juego está la vida y futuro de nuestros hijos e hijas. Y los tabúes, miedos y prejuicios nunca excusarán nuestra irresponsabilidad de adultos.
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