Algunas reflexiones para huir de la locura en nuestro planeta.
……..“Sólo dejaremos de destruir la naturaleza -y de autodestruirnos- cuando nos dotemos de una visión que nos haga conscientes de la dimensión sagrada de la naturaleza y de nuestro carácter plena y orgullosamente natural” EATWOT.
……..El desafío sigue estando ahí, más vivo y urgente que nunca. El Acuerdo de París (COOP21) no ha despejado las dudas, y la reducción de gases de efecto invernadero que ha de ser puesta en marcha para no sobrepasar el límite de los 2º C a final de siglo, es de tal magnitud, que parece irrealizable.
En efecto, para mantenernos en ese límite los países desarrollados deben reducir sus emisiones en un 70% antes de 2050… Pero los datos dicen que al paso que vamos, ya en 2030 (a la vuelta de la esquina) habremos emitido todo el gas de invernadero “presupuestado” para 2050. Para colmo, la mayor potencia mundial y segundo mayor contaminador del planeta, con su presidente Trump, decide salirse del Acuerdo de París. ¿Estamos en un callejón sin salida, a la espera de programar una nueva Cumbre en la que reconoceremos estar mucho peor que en diciembre de 2015? ¿Será entonces demasiado tarde ya?
……..A pesar de que la conciencia ecológica crece en el mundo, podemos decir que todavía no hay voluntad política en las sociedades ni en sus gobiernos, ni movimiento suficiente en la opinión pública para el cambio que necesitamos. Se puede decir que, mayoritariamente, seguimos siendo deudores de la vieja visión, la que causó el problema. Todavía está ahí, activa y hegemónica. Mientras sigamos viendo el mundo con esa vieja visión, no dejaremos esta cómoda y suicida actitud de depredar la naturaleza por un idolatrado supuesto “crecimiento económico”. (P. Casaldáliga y J.M. Vigil)
……..Está bien ser “ambientalistas”, protestando contra los síntomas: contra la contaminación, deforestación, destrucción… Pero es preciso ir a la raíz del problema, ir a la raíz del sistema que ha causado la depredación de la naturaleza y lleva al mundo occidental hacia la autodestrucción.
Se trata de un cambio en las ideas profundas que sostienen nuestra civilización y configuran nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza. Una actitud que cuestiona la primacía absoluta que damos a los criterios económico-materiales para medir la felicidad y el progreso; la creencia en la posibilidad de un crecimiento constante e ilimitado, como si el planeta no tuviera límites; la creencia de que la tecnología solucionará todos los problemas; el absurdo de una economía que todo lo cuantifica menos los costos ecológicos.
Es una forma tradicional de pensar, un viejo paradigma, con raíces filosóficas y religiosas, que nos ha puesto en guerra con la naturaleza, contra la biodiversidad… Sólo cambiando esa mentalidad podremos reconciliarnos con el planeta.
La ecología integral defiende: No sólo el bien de los humanos, sino el bien de la vida, de toda la vida, aparte de que sea útil o no a los humanos. No sólo acciones paliativas (apagafuegos), sino cambio de ideas y de valores éticos. Los seres humanos no somos los señores absolutos y dueños de la naturaleza, sino parte de ella, es nuestra placenta, necesitamos de ella para subsistir. Toda la vida del planeta está emparentada, todos los seres vivos actuales estamos emparentados, estamos hechos de la misma materia viva, partes de nuestro ADN de ser humanos coinciden con parte de la información del ADN de los árboles. No estamos solos, rodeados de meros objetos, pertenecemos a una Tierra llena de vida, de energía autoorganizadora.
Mirada Solidaria.es
(Refer. Agenda Latinoamericana 2017)
Deja una respuesta