Hablan de pasar a la “normalidad”, a la “nueva normalidad”, tras la crisis sanitaria del COVID-19.
¿Volver a la normalidad…? ¿Significa un regreso a lo habitual y corriente? ¿O se trata de pasar a una fase de alerta individual y de responsabilidad colectiva? ¿Cuál normalidad…?
¿Después de tanto sufrimiento, tantas víctimas, tanto miedo, tanta improvisación, tanto empobrecimiento… quieren decir que pasaremos a la normalidad?
¿Cuál normalidad después de contemplar tan contradictorias reacciones ciudadanas, o tan bochornosos espectáculos de políticos con sus fanfarronadas y artimañas partidistas, o tanto desamparo de nuestras personas mayores…?
¿Hablar de normalidad cuando vemos los movimientos de los grandes poderes económicos, sus reticencias a la hora de afrontar esta crisis, su defensa de la economía y de sus negocios por encima de la salud, o sus intenciones de aprovecharse de la pobreza sobrevenida…?
¿Volver a la normalidad significa volver al consumismo puro y duro como quieren muchos empresarios, que como buenos liberales suelen rechazar toda intervención del Estado en la economía, pero son los primeros en pedir rescates y subvenciones en tiempos difíciles?
¿Con normalidad quieren decir volver a lo de antes, como si nada hubiera pasado? ¿Cambiar de chip de un día para otro, como si fuéramos maquinitas y no personas? ¿‘Normalizarnos’ y volver al mismo ‘Orden de siempre’, establecido por los mismos de siempre…?
¿Veremos como normal en España que el 70% de las víctimas mortales, del COVID-19 o síntomas similares, hayan sido personas mayores en Residencias (más de 19.650)? Residencias que sólo el 10,6% son públicas y el resto privadas donde invierten los grandes fondos por su alta rentabilidad. En 2019 el sector movió 4.500 millones de euros, pero al parecer no les alcanzó para cuidar a sus clientes.
¿Consideraremos como normal que en estos 3 meses de alarma, en tiempo de confinamiento, hayan sido detenidos 8.790 hombres por violencia de género, y se hayan tramitado 8.412 denuncias, y ya vayan más de 20 mujeres asesinadas en este año en España?
¿Tenemos que ver como normal que con la pandemia hayan aumentado las colas del hambre y que otras 700.000 personas se sumarán a los más de 10 millones de pobres en riesgo de exclusión social, en el mismo tiempo que los 23 españoles más ricos han incrementado un 16% sus fortunas? (Y exactamente lo mismo sucederá a nivel mundial, generándose 400 millones más de pobres).
¿De qué normalidad nos hablan? ¿Hemos aprendido algo? ¿Por qué este cínico empeño en que tanto la ciencia como el sentido común se queden mudos? Los virus siempre fueron compañeros de planeta, actúan como parte de nuestro sistema inmunitario, no son enemigos a los que ‘hacerles la guerra’, los seres humanos vivimos, biológica y socialmente, con virus y otros microbios. El problema no son los virus, sino nuestro sistema socioeconómico expansivo y destructor que reduce cada vez más el espacio ecológico de los seres silvestres, favoreciendo los saltos de microbios entre especies que pueden desencadenar epidemias. Esta pandemia ha sido otro aviso más, es un anticipo de lo que nos espera si no nos tomamos en serio el cambio climático. La violencia que el ser humano ejerce contra la naturaleza se está volviendo contra él con más fuerza. Un gobierno es capaz de implantar una lista de medidas preventivas contra una pandemia, pero el sistema económico no permite medidas contra el cambio climático. Aunque la biomasa de los mamíferos salvajes ha disminuido en un 82%, los ecosistemas naturales perdieron la mitad de su área y las plantas y los animales están desapareciendo cien veces más rápido que durante los últimos diez millones de años.
¡Queremos vivir una normalidad dentro de una gran anormalidad! ¿Acaso eso es posible…?
(Refer. Jorge Riechmann, La crisis del coronavirus como momento del colapso ecosocial. Viento Sur)
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